sábado, 23 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA COTIDIANA por Rudy Daini

UNO Y UNA BUSCAN PAREJA.
Hoy en día proliferan las páginas en internet dedicadas a encontrar parejas. Registrarse lleva nada de tiempo y en un plis-plas ya uno se encuentra en circulación. Sin embargo, aún persiste la costumbre, más hacia las aldeas y pueblos, que los chicos y chicas esperen con ansias la llegada de las ferias y las verbenas para ponerse su mejor gala y buscar al amor de su vida. En las ciudades siguen siendo frecuentes las parejas surgidas de los compañeros de estudio o de trabajo. También, las que se conocen en los “botellones”, discotecas o fiestas privadas. En muchas comunidades la figura de la casamentera ha sido fundamental para facilitarles las cosas a aquellas personas más retraídas o aisladas geográficamente. Con un lleva y trae de información, las más de las veces “acomodada” por la celestina, los candidatos se predisponen favorablemente hasta caer en las manos de cupido. Este “intermediario amoroso” no sólo facilita, como cualquier aplicación en la red, el encuentro entre personas, sino que sin querer queriendo logra éxito porque actúa en el mundo psicológico de la persona.

UNO y UNA no se conocen y cada uno por su lado anda buscando una compañía. Independientemente del método que decidan emplear y la actitud que asuman, decidida o más bien “como el que no quiere la cosa”, los acompañan en sus propósitos las historias de vida de cada uno. Nuestro potencial lleno de cualidades, destrezas y buenas disposiciones, nos conduce con acierto a lograr los objetivos que nos hemos propuesto. Sin embargo, son nuestras limitaciones y deficiencias las que intervienen de manera subrepticia y decidida en este asunto de formar pareja. Buscamos a nuestra “media naranja” porque no nos sentimos completos y sin percatarnos de ello ponemos en “el otro” la responsabilidad de hacernos felices. Con esta base, el futuro de cualquier relación se hace muy incierto.

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