sábado, 23 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA COTIDIANA por Rudy Daini

EL JUEGO: A PUNTO DE SER PILLADO
Muchos de nosotros seguramente hemos mentido por lo menos una vez a lo largo de nuestras vidas. El mentir, admitámoslo o no, es una de las maneras de comunicación que empleamos con frecuencia cuando nos relacionamos con los demás. Cuando los niños nos mienten casi siempre los increpamos de inmediato, no tanto por lo que nos quieren ocultar sino por este oprobioso comportamiento de mentir. Con tono agresivo y gesticulación amenazante, tendemos a leerles la cartilla sobre la importancia de no engañar a nadie, de ser honesto y presentar la verdad por encima de todas las cosas. Sin embargo, bien sabemos en la vida adulta que una cosa es lo que se predica y otra bien distinta es la que se practica. Mentimos para engañar al otro y alcanzar un objetivo, para ocultar un hecho que nos avergüenza o puede ameritarnos una consecuencia negativa. Culpa y angustia son dos emociones muy presentes en este comportamiento.
UNO y UNA empezaron ocultándose pequeñas cosas como el verse con alguna expareja, realizar algunas acciones prohibidas en la relación, o haber sentido alguna emoción desagradable con el otro en un momento dado y nunca haberlo comentado. De nuevo, lo importante no son tanto los hechos en sí mismos, sino el haberlos ocultado. Una de las condiciones inherentes al éxito en una relación, de sociedad o de pareja, es la honestidad. Con el ocultamiento surge la desconfianza y la duda porque, aunque uno desconozca lo ocurrido, “algunos indicios” nos revelan de alguna manera de que algo puede estar ocurriendo. Esta “intuición” surge de nuestra capacidad de observación y del conocimiento que hemos venido adquiriendo día tras día sobre la otra persona.  Cuidarse de no ser descubierto termina siendo parte del comportamiento usual de UNO y UNA. Y es aquí en dónde empieza el juego de: A PUNTO DE SER PILLADO. Cualquier detalle puede convertirse en un indicio y cualquier explicación en una excusa que refuerza la duda, aunque no demuestre el “delito”. Cada vez menos y más lejos, va quedando energía o disposición para el disfrute de una entrega plena y total.


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