sábado, 23 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA COTIDIANA por Rudy Daini

LO QUE NO SALE DERECHO, SALE TORCIDO.
Hoy, nuestro amigo UNO regresa a casa “aplastado”. Chocó el coche, su jefe le llamó la atención por haber llegado tarde, un compañero le reclamó su falta de colaboración en la redacción de un informe y su mujer lo llamó por quinta vez para recordarle la lista de la compra.
UNO, que siempre ha sido una persona muy “educada”, cuidó muy bien en cada uno de estos eventos que las emociones desagradables que sintió, no se manifestaran abiertamente. La rabia por tener que mandar a reparar el coche, la vergüenza por el señalamiento de su jefe, y la molestia con su compañero y con su mujer, las reprimió con firmeza esperando que pronto pasaran al olvido.
UNO no tiene conciencia de ello, pero su “cajón del olvido” ya es muy grande y pesado. A lo largo de su vida lo ha venido alimentado de miedos, experiencias desagradables, rabias de todo tipo, llantos desesperados y amores frustrados. Este contenido, muy lejos de permanecer aislado y acordonado, necesita manifestarse de alguna manera y logra siempre alguna salida. UNO rechina los dientes mientras duerme. Con mucha frecuencia sufre del estómago, tiene problemas con el hígado, le duelen las articulaciones, sufre de insomnio y durante el día anda estresado. Lleva una vida apagada con muy poca vitalidad y cada vez más aislada de la gente, los amigos y la familia. Cualquier cosa le irrita y en ocasiones explota desproporcionadamente ante pequeñeces.
Hoy, nuestro amigo UNO llega a casa encorvado y cansado. Se deja caer en la poltrona y como todos los días, pronto la radiación electromagnética del televisor lo anestesia y él se queda dormido.

Las emociones requieren ser sentidas, expresadas y liberadas de manera adecuada a medida que van apareciendo en nuestras vidas porque, como hemos visto con nuestro amigo UNO, “lo que no sale derecho, termina saliendo torcido”.

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