PSICOLOGÍA COTIDIANA por Rudy
Daini
MÁS VALE MALO CONOCIDO QUE BUENO POR
CONOCER.
Como todas las mañanas, UNO se enfiló
de prisa desde el parking hasta su oficina, dos cuadras más allá. Esquivando al
río de personas que a esa hora suelen ir y venir por la avenida, iba mirando al
reloj para evitar llegar tarde a la empresa. UNA, también a esa hora y
entremezclada con la gente, corría empujada por el chute de angustia que le
significaba no llegar a tiempo a su trabajo. Ambos se cruzaron sin percatarse
de ello, por lo menos en apariencia. UNO de manera instintiva levantó la cabeza
y sin parar de andar, la volteó hacia atrás y se sorprendió como nunca cuando
sus ojos se toparon con la mirada de UNA, cuyo cuerpo en dirección contraria la
iba alejando de aquel inusual encuentro. Desde aquel día UNO y UNA, cada quién
por su lado y a su manera, se han estado reprochando por no haber sido más
proactivos, por haberse dejado llevar por la rutina y el deber ser. Se
recriminan no haber sido valientes y haber sucumbido ante la incertidumbre de
lo que sus respectivos “corazones” parecían haberles ofrecido en aquel
instante.
Nuestra historia de vida nos marca de
tal manera que nuestra visión del mundo queda restringida y distorsionada, pero
no somos conscientes de ello. Nos parece
ver y entender la realidad tal como es y creemos que ejercemos a plenitud
nuestro libre albedrío. No nos damos cuenta que en verdad nos movemos una y
otra vez en los mismos senderos de un laberinto que terminan ofreciéndonos, una
y otra vez, los mismos resultados. Cuando, por esas cosas de la vida, tenemos
la oportunidad de saltarnos la fatalidad de nuestro guión de vida, nuestra
estructura mental no nos permite sucumbir a las “tentaciones” y nos conduce de
nuevo al redil porque para ella es “mejor malo conocido que bueno por conocer”.
UNO y UNA de nuevo quedarán
insatisfechos consigo mismos, pero continuarán muy cómodos en sus posiciones.
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