sábado, 23 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA COTIDIANA por Rudy Daini

MÁS VALE MALO CONOCIDO QUE BUENO POR CONOCER.
Como todas las mañanas, UNO se enfiló de prisa desde el parking hasta su oficina, dos cuadras más allá. Esquivando al río de personas que a esa hora suelen ir y venir por la avenida, iba mirando al reloj para evitar llegar tarde a la empresa. UNA, también a esa hora y entremezclada con la gente, corría empujada por el chute de angustia que le significaba no llegar a tiempo a su trabajo. Ambos se cruzaron sin percatarse de ello, por lo menos en apariencia. UNO de manera instintiva levantó la cabeza y sin parar de andar, la volteó hacia atrás y se sorprendió como nunca cuando sus ojos se toparon con la mirada de UNA, cuyo cuerpo en dirección contraria la iba alejando de aquel inusual encuentro. Desde aquel día UNO y UNA, cada quién por su lado y a su manera, se han estado reprochando por no haber sido más proactivos, por haberse dejado llevar por la rutina y el deber ser. Se recriminan no haber sido valientes y haber sucumbido ante la incertidumbre de lo que sus respectivos “corazones” parecían haberles ofrecido en aquel instante.
Nuestra historia de vida nos marca de tal manera que nuestra visión del mundo queda restringida y distorsionada, pero no somos conscientes de ello.  Nos parece ver y entender la realidad tal como es y creemos que ejercemos a plenitud nuestro libre albedrío. No nos damos cuenta que en verdad nos movemos una y otra vez en los mismos senderos de un laberinto que terminan ofreciéndonos, una y otra vez, los mismos resultados. Cuando, por esas cosas de la vida, tenemos la oportunidad de saltarnos la fatalidad de nuestro guión de vida, nuestra estructura mental no nos permite sucumbir a las “tentaciones” y nos conduce de nuevo al redil porque para ella es “mejor malo conocido que bueno por conocer”.

UNO y UNA de nuevo quedarán insatisfechos consigo mismos, pero continuarán muy cómodos en sus posiciones.

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